La circuncisión es una de las prácticas quirúrgicas más antiguas de las que se tiene constancia. Muy extendida en el judaísmo, cuya realización es una práctica obligatoria desde hace más de 4500 años según textos de la Biblia, que cuentan que el patriarca Abraham fue circuncidado por una orden divina. Más allá de mitologías, y en la actualidad, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2006 sugieren que alrededor del 30% de los hombres del mundo, aproximadamente unos 665 millones, están circuncidados.
La circuncisión masculina, una operación quirúrgica o ritual que consiste en cortar circularmente una porción del prepucio del pene, es común en muchos países africanos y es casi universal en el norte de África y la mayor parte de África occidental. En muchos países asiáticos, la circuncisión se sigue realizando por motivos culturales. E incluso empiezan a aparecer movimientos que apuestan por una cirugía sistemática por motivos médicos en países como Estados Unidos. De hecho, en 2012, la Asociación Americana de Pediatría recomendó la circuncisión en los recién nacidos, por considerar que sus beneficios médicos son mayores que los riesgos. Con una postura parecida se ha pronunciado la OMS y el Programa de la ONU contra el Sida, y a numerosas organizaciones de ayuda al desarrollo.
Pero la controversia está a la orden del día. En Alemania, por ejemplo, se declaró temporalmente ilegal la circuncisión de niños por razones religiosas, desatando las críticas de su población musulmana y judía, que vio vulnerados sus derechos y la libertad de culto. Normalmente se realiza esta intervención cuando hay un problema de fimosis (estrechez de la abertura del prepucio que impide descubrir el glande total o parcialmente), o de inflamaciones del mismo, que causa infecciones. Una de las razones detrás del decreciente número de circuncisiones es el énfasis que se ha dado en el mundo a los derechos de los niños, expuestos en 1990 en la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
Los expertos dicen «quizá deberíamos darle la razón a alguna culturas orientales. Hay una guerra médica por salvar el prepucio, y cuando hay problemas se trata con corticoides u otros tratamientos a los niños, para evitar la fimosis. La realidad es que años después, cuando ya el chico es adolescente o incluso adulto, los urólogos tenemos que realizar la intervención, y ya no es algo tan leve, porque culturalmente, tocar la zona genital es tabú”.
Menos piel, mayor higiene
Una de las ideas que se tienen sobre un pene circuncidado es que es más higiénico. Para los especialistas esta leyenda urbana es totalmente cierta. “De hecho, en países del tercer mundo, donde el acceso a la medicina es más restringido, se recomienda la circuncisión sistemática, sobre todo para prevenir enfermedades de transmisión sexual, entre las que se incluye el sida”.
Existe evidencia concluyente a partir de datos de observación y ensayos controlados aleatorios que los hombres circuncidados tienen un riesgo significativamente menor de infectarse con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). “Se espera que la demanda de circuncisión masculina segura y asequible aumente rápidamente, y los responsables de la toma de decisiones a nivel nacional necesitan información sobre los determinantes socioculturales y médicos de la circuncisión, así como los riesgos del procedimiento, en el contexto de una programación integral de prevención del VIH”, afirma un documento de la OMS.
Además del VIH, la circuncisión reduce de forma significativa el riesgo de los hombres de padecer herpes genital y virus del papiloma humano, enfermedades de transmisión sexual que no tienen cura, según una investigación publicada en New England Journal of Medicine.
¿Disminuye el placer?
Pero la mayor reticencia a la hora de decidir someterse a esta intervención es ¿afectará al placer o al rendimiento sexual?. La respuesta a ambas preguntas es negativas. Los casos en los que el paciente corre el riesgo de perder algo de sensibilidad, lo que puede llevar a disfrutar menos en la cama, son las cirugías realizadas a hombres en la edad madura. “A partir de los 40 o los 45 años, una circuncisión puede acarrear una pérdida de sensibilidad del pene, pero es algo que ocurre menos del 5% de las veces”.
Afirman que tanto en los hombres operados durante la infancia o la adolescencia, o incluso durante jóvenes, el placer no se pone en riesgo, siempre y cuando, la cirugía se lleve a cabo correctamente, y no haya mutilación. “Desde mi opinión, yo siempre recomendaría que, ante la duda, se practicara la cirugía, porque retrasar el problema puede llevar a complicaciones o a realizar la operación a adolescentes u hombres adultos que lo sufren como un problema cultural y psicológico, que e podían haber ahorrado”. Comenta uno de ellos.
Fuente:nmas1.org