¿Qué es el VIH?
Es una enfermedad infecciosa causada por un agente transmisible, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En ausencia de tratamiento efectivo, el VIH produce un estado de inmunodeficiencia progresiva que es debida fundamentalmente a una disminución de los linfocitos T CD4. Esto predispone al paciente a padecer infecciones y tumores cuya frecuencia y gravedad guardan relación con el recuento de linfocitos T CD4 que quedan en la sangre. Desde el punto de vista clínico, el paciente puede estar completamente asintomático (los denominados portadores del VIH, con infección pero sin manifestaciones), padecer infecciones de carácter leve (pacientes sintomáticos) o padecer infecciones y tumores graves, denominados oportunistas. Este último estadio es el conocido como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
¿Qué síntomas presenta el VIH?
Habitualmente, la infección aguda por VIH, es decir, el momento en el que se produce la infección en una persona, no suele producir síntomas o pasan desapercibidos. Si se originan síntomas en esta fase suelen ser inespecíficos (fiebre, cefalea, malestar) aunque, en ocasiones, son más llamativos y específicos (manchas en la piel, meningitis vírica, aumento del tamaño de los ganglio en cuello y otras regiones). Estos síntomas obligan a descartar infección aguda por VIH si aparecen entre 2 y 4 semanas después de una práctica de riesgo para adquirir la infección. Los síntomas suelen durar 7-10 días, tras los cuales el paciente queda asintomático y entra en la fase crónica de la enfermedad.</p
Aunque el paciente se encuentra asintomático, sigue progresando la inmunodeficiencia que, llegado determinado nivel, permitirá la aparición de complicaciones (en general por debajo de 350 linfocitos CD4/mm3). Pueden aparecer complicaciones clínicas menores (candidiasis oral, herpes zoster, dermatitis seborreica extensa y persistente, etc) o analíticas (disminución de las plaquetas, glóbulos blancos o glóbulos rojos). Si no se administra tratamiento, pueden aparecer complicaciones asociadas a la inmunodepresión severa (en general, por debajo de 200 linfocitos CD4/mm3). Se trata de complicaciones oportunistas ya sean infecciones (candidiasis esofágica, formas graves de neumonía, meningitis o diarrea, etc) o tumores (sarcoma de Kaposi, linfoma no Hodgkin, cáncer de cuello uterino).
¿Cuál es el tratamiento del VIH?
El tratamiento de la infección por VIH consiste en la administración de tres medicamentos para el virus (denominados fármacos anitrretrovirales). El tratamiento antirretroviral actual es altamente eficaz, bien tolerado y de administración sencilla (puede realizarse el tratamiento tomando una sola pastilla una vez al día). El médico, en función de las características de la persona infectada decide cuáles son los tres medicamentos más adecuado. El objetivo es impedir que el VIH se continúe multiplicando y se deje de detectar en sangre (se determina para ello la carga viral). Se realiza un seguimiento estrecho para garantizar el buen control de la enfermedad y la ausencia de toxicidad. El tratamiento debe administrarse durante toda la vida, ya que su suspensión se asocia con una reaparición del virus en sangre.
¿Qué pronóstico ofrece el VIH?
Dejado a su evolución y en ausencia de tratamiento antirretroviral, la infección por VIH es uniformemente fatal con evolución a SIDA y a muerte en un plazo medio de 10 años tras la infección. La administración de tratamiento antirretroviral logra una recuperación inmunológica que asocia una disminución de las complicaciones oportunistas y de la mortalidad. En la actualidad, se confirma que el pronóstico de vida de una persona infectada por VIH que recibe tratamiento antirretroviral adecuado es similar al de una persona infectada por VIH de su sexo y edad. La mortalidad es inferior a 2% cada año y en la mayoría de los casos se debe a causas no relacionadas directamente con el VIH.
¿Cuáles son las causas y las vías de transmisión del VIH
La enfermedad está causada por el VIH. Este virus se encuentra en la sangre y en los fluidos genitales (semen del hombre, fluido vaginal de la mujer). Solo se produce la transmisión si existe contacto con alguno de estos fluidos de personas infectadas. Es lógico, por ello, que las vías de transmisión más frecuente a través de las cuales se ha producido la infección han sido la sanguínea (transfusión de sangre y hemoderivados, compartir jeringuillas contaminadas para la inyección de drogas) y la sexual (tanto en relaciones hombre-mujer, como hombre-hombre). Además, también puede producirse la transmisión de una madre infectada a su hijo ya sea antes del parto (vía transplacentaria), durante el parto (por intercambio de sangre, lo más frecuente) o tras el parto (si se da lactancia materna). No existen otras vías o mecanismos de transmisión distintos a los mencionados.
Diagnóstico para el VIH
Se debe descartar infección por VIH en las personas que hayan tenido prácticas de riesgo en algún momento de su vida. Como se ha comentado, la ausencia de síntomas no excluyen la enfermedad. La sospecha es mayor en personas que presentan alguterina de los síntomas o manifestaciones indicadores de infección por VIH, es decir, aquellas que son más frecuentes en personas infectadas por VIH que en las no infectadas (algunas se han comentado previamente).
El diagnóstico es sencillo de realizar. Habitualmente se hace en una muestra de sangre y su grado de fiabilidad alcanza prácticamente el 100%. Se realiza una primera prueba de despistaje: si es negativa, no se repite; si es positiva, se confirma para adquirir certeza absoluta. Existen también pruebas de diagnóstico rápidas (los resultados se obtienen en cuestión de minutos) que pueden realizarse en sangre o saliva.
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