El piso pélvico corresponde a una estructura muscular y ligamentosa que se encuentra en la parte baja de la pelvis y que conforma una especie de diafragma a través del cual pasan y se ubican estructuras como: los genitales internos femeninos (útero y vagina), la vejiga y la uretra y el recto y el ano. En esa zona se encuentran centros nerviosos que controlan las funciones evacuatorias y la sensibilidad dolorosa local y regional.
Los más comunes corresponden a alteraciones funcionales y anatómicas. A nivel urológico, la incontinencia urinaria y/o retención urinaria; a nivel ginecológico, el prolapso genital (útero y vagina) y disfunciones sexuales; en relación al aparato digestivo, la incontinencia anal, constipación, prolapso del recto y dolor pelviano crónico. Estos problemas afectan con mayor frecuencia a las mujeres, en una proporción de 4 mujeres por cada hombre.
Más de la mitad de las mujeres mayores de 55 años presentará problemas debido a disfunción del piso pélvico; una de cada 9 de ellas será sometida en su vida a cirugía por estas alteraciones; una de cada 3 mujeres con incontinencia urinaria también sufre de algún grado de incontinencia anal; una de cada 5 de las pacientes que presenta prolapso genital tiene alteraciones de la continencia; 60% de los pacientes geriátricos presentan incontinencia urinaria y/o fecal. Estas cifras clarifican la frecuencia de estos problemas con el consiguiente impacto en la calidad de vida de quienes los padecen.
Es la incapacidad para controlar los esfínteres urinarios y/o anales, asociado a la pérdida involuntaria de orina, gases y/o deposiciones. Puede ser leve y ocasional, o llegar a ser severa y permanente. La más frecuente es la incontinencia de orina de esfuerzo. Es un problema frecuente, sin embargo los pacientes tienden a evitar la consulta médica por vergüenza. Tanto la incontinencia urinaria como la fecal son problemas que aumentan con la edad.
El prolapso genital se produce en mujeres. Consiste en un defecto y debilidad de las paredes vaginales y sus elementos de sostén, lo cual genera el descenso y exteriorización de los segmentos afectados: la pared vaginal anterior con la vejiga, la pared vaginal posterior con el recto y la parte alta o cúpula vaginal con el útero. Habitualmente este proceso se inicia con los embarazos y los partos. Con el tiempo se asocian otros factores como la edad, menopausia, cirugías pélvicas, obesidad, constipación, trabajos que implican cargas de altos pesos, etcétera.
Habitualmente como una sensación de peso o la aparición de una masa en la zona genital. Además, con frecuencia se asocia a escape de orina y, en ocasiones, con incapacidad de contener deposiciones o gases.
No. En algunos casos leves solo es necesario mejorar las condiciones generales de las pacientes (obesidad, nivel hormonal, actividad física), especialmente cuando este no produce síntomas importantes. En otros casos existe la posibilidad de tratamiento conservador con pesarios (anillo vaginal que sostiene las paredes vaginales en su lugar). El tratamiento quirúrgico se reserva para los casos más avanzados y con mayores síntomas.
Los pacientes que presentan problemas derivados del piso pelviano deben ser evaluados en forma integral, por un equipo multidisciplinario, conformado por especialistas en cada una de las áreas asociadas a estos problemas. Este enfoque de «trabajo en equipo» permite un mejor entendimiento y tratamiento de cada paciente de acuerdo a sus necesidades.